Este blog pretende ser el estetoscopio con el que auscultar lo que nos pasa. Lo advertía Ortega y Gasset cuando decía que lo que nos pasa a los españoles es que no sabemos lo que nos pasa. Despojado del falso ropaje de lo politicamente correcto, voy a auscultar, a pecho descubierto, cuanto acontece. Al hilo de la realidad percibida expondré ideas, opiniones o comentarios que deseo compartir o contraponer con los lectores. Vamos a intentar, entre todos, saber lo que nos pasa. Si estáis de acuerdo con este propósito bienvenidos a este foro que, desde ya, tambien es vuestro. Jesús Berzosa González.

martes, 30 de agosto de 2011

REGENERACIÓN POLÍTICA


La crisis económica y su consecuencia más palmaria que es  el paro pueden llevar a los principales partidos políticos a centrar las próximas propuestas electorales en el empleo. Ciertamente es el paro, así lo atestiguan las diferentes encuestas del CIS,  la principal preocupación de los españoles, pero no la única. Estas mismas encuestas revelan la inquietud de los ciudadanos por la política y los políticos de manera que son vistos más como un problema que como una solución. Lo que les ha permitido colocarse, por derecho propio, en el tercer lugar entre las preocupaciones de los españoles.
La crisis económica debería ser una oportunidad para acometer las reformas políticas de calado que España necesita. Mucho me temo, sin embargo, que será la excusa con el consabido  “ahora no toca” que popularizara Jordi Pujol.  
El Partido Popular con el viento favorable de las encuestas saldrá a conservar el resultado obtenido en mayo último centrando sus propuestas y objetivos en el empleo. El Partido Socialista, por su parte, intentará movilizar al electorado de izquierdas sobre el aval de lo que considera balance positivo de su gestión, como la ampliación de los derechos sociales, algunas concesiones a las reivindicaciones del movimiento 15-M  y los consabidos brotes verdes, hipotéticos o reales, en economía.
Uno y otro partido entienden, como lo hacen los nacionalistas, que el “establishment” actual les beneficia y que con las cosas de comer no se juega. El partido de Rosa Díez e Izquierda Unida pudieran ofertar un menú diferente, pero ellos saben mejor que nadie que no estarán sentados a la mesa. En este contexto, la regeneración política o democrática se asevera poco menos que imposible y, por tanto, tendrá que seguir esperando.

miércoles, 24 de agosto de 2011

ELECCIONES ANDALUZAS


Por primera vez desde el año 1996 no coincidirán las elecciones andaluzas con las generales. Así lo ha corroborado el Presidente Griñan al anunciar que previsiblemente se realizarán el 4 de marzo del 2012. Será, por tanto, la tercera vez en la historia de la autonomía andaluza en que las elecciones generales y autonómicas se celebran por separado. Las razones que ha aducido Griñán es que las circunstancias que han motivado el adelanto electoral en España no se dan en Andalucía: candidato distinto y mayoría minoritaria en el Congreso. Ciertamente es así pero se la ha olvidado una tercera razón no menos importante y es que el paro en su Comunidad alcanza el 30%, la mayor tasa de España.
Su decisión ha sembrado el desconcierto no solo en el partido popular (Sáez de Santamaría reclama hacerlas coincidir, Rajoy pide su adelanto pero sin que ello implique convocatoria conjunta y Arenas demanda adelanto electoral en España pero no en Andalucía), sino incluso en su propio partido donde el interés de Rubalca era hacerlas coincidir. Los  partidos socialista y popular de Andalucía se han puesto por montera los intereses de sus propios partidos nacionales, los intereses de los andaluces y de los españoles en general para entregarse a un puro tactismo electoral fuera de lugar en un país endeudado hasta las cejas.
En menos de un año y si nadie lo remedia asistiremos a tres procesos electorales: autonómicas y municipales, generales y autonómicas en Andalucía, con el coste económico y la paralización administrativa que ello conlleva. 
* Imagen tomada de www.abcdesevilla.es

martes, 16 de agosto de 2011

SIESTA NACIONAL


Es público y sabido de todos que la siesta es algo consuetudinario al modo de ser español. Pocos países, por no decir ninguno, parecen disfrutar tanto de la siesta como el nuestro. No se trata empero, de hablar de los efectos beneficiosos de la siesta que, sin duda, los tiene. Lo que acontece es que en medio de una crisis económica sin precedentes, España y los españoles parecen sumidos en una larga y profunda siesta sin más respuesta social que la protagonizada por el movimiento 15-M que, más allá de la simpatía con que ha sido vista por los ciudadanos, no ha logrado, sin embargo, contagiar su estado de indignación.
Tal vez porque, en nuestro país, a la crisis económica, cuyos efectos deletéreos son bien conocidos, se une una no menos grave crisis social e institucional.
Disponemos en la actualidad de una justicia politizada “ad nauseam”,  en la que ya nadie cree, lo que ha permitido a los partidos políticos colocar en sus listas a implicados o imputados sin ningún coste electoral.
Una Universidad de espaldas a la actualidad, en la crisis económica ni está ni se la espera, cuya única misión en la sociedad parece ser la de formar jóvenes avocados al paro o a la emigración.
Unos medios de comunicación concentrados en unas pocas manos al servicio de sus propios intereses y de quien les financia o subvenciona, habitualmente el gobierno de turno, nacional o autonómico, lo que les ha convertido en amplificadores del poder.
Unas organizaciones sociales, sindicales y empresariales financiadas con fondos públicos.
En definitiva, una sociedad cuyo entramado social es muy dependiente de los poderes públicos y, por tanto, manifiestamente domesticada y una clase dirigente representada por partidos políticos con unos sistemas de organización y funcionamiento esclerotizados que, a la vez que impiden el relevo generacional, propician la ausencia de jóvenes líderes para el cambio. Prueba de ello es que en las próximas elecciones generales las candidaturas estarán encabezadas por personas que tienen más pasado político que futuro.
Así las cosas, la sociedad española se debate entre la pérdida de confianza en la clase política y la falta de ilusión. No resulta pues  extraño que la mayoría de los españoles piensen que lo mejor es seguir durmiendo la siesta.

domingo, 7 de agosto de 2011

BENIDORM

Este verano he dado, una vez más, con mis huesos en las playas de Benidorm. Al igual que lo han hecho millares de personas ocupadas que han establecido con Benidorm su cita anual de vacaciones. Una de tantas localidades que en el verano cambia su fisonomía habitual.
Atraídos por la benignidad de su clima en invierno, numerosos colectivos de personas mayores de todo origen y condición encuentran en Benidorm un refugio al abrigo de los rigores invernales. El calor del verano provoca, en cambio, su éxodo hacia sus lugares de origen. Es la trashumancia de personas que caracteriza a esta época.
Benidorm en el verano es básico y esencialmente cálido. Son días de luz casi infinita y sol inclemente de levante a ocaso. Las noches en cambio, envueltas a veces en vapores etílicos y humos de otras hierbas, se hacen especialmente sensuales.
Hablar de Benidorm en el verano es hacerlo de playas repletas de gentes expuestas al sol. Y también de trileros que a la caza del guiri esperan en el  verano hacer su peculiar agosto. Es contemplar un ir y venir de familias y personas con torso enrojecido por el sol y olor a aftersun en tránsito hacia ninguna parte.
Decir Benidorm en verano es hablar de vacaciones, de arroces y paellas, de sangría, de descanso a pierna suelta, de buenos propósitos que el otoño acabará por cercenar.
Pero la vida en Benidorm, aunque lo diga  Julio Iglesias, no sigue siendo igual. La crisis económica ha dejado huella. Los carteles que hace tan solo unos años ofertaban empleo están desaparecidos. Hoy  lo que se oferta son pisos, apartamentos y locales comerciales. Hay quien dice, sin embargo, que como destino turístico ha sabido, mejor que otros, soportar los embates de la crisis.  
En todo caso, al turismo de sol y playa siempre nos quedará Benidorm.