La crisis económica y su consecuencia más palmaria que es el paro pueden llevar a los principales partidos políticos a centrar las próximas propuestas electorales en el empleo. Ciertamente es el paro, así lo atestiguan las diferentes encuestas del CIS, la principal preocupación de los españoles, pero no la única. Estas mismas encuestas revelan la inquietud de los ciudadanos por la política y los políticos de manera que son vistos más como un problema que como una solución. Lo que les ha permitido colocarse, por derecho propio, en el tercer lugar entre las preocupaciones de los españoles.
La crisis económica debería ser una oportunidad para acometer las reformas políticas de calado que España necesita. Mucho me temo, sin embargo, que será la excusa con el consabido “ahora no toca” que popularizara Jordi Pujol.
El Partido Popular con el viento favorable de las encuestas saldrá a conservar el resultado obtenido en mayo último centrando sus propuestas y objetivos en el empleo. El Partido Socialista, por su parte, intentará movilizar al electorado de izquierdas sobre el aval de lo que considera balance positivo de su gestión, como la ampliación de los derechos sociales, algunas concesiones a las reivindicaciones del movimiento 15-M y los consabidos brotes verdes, hipotéticos o reales, en economía.
Uno y otro partido entienden, como lo hacen los nacionalistas, que el “establishment” actual les beneficia y que con las cosas de comer no se juega. El partido de Rosa Díez e Izquierda Unida pudieran ofertar un menú diferente, pero ellos saben mejor que nadie que no estarán sentados a la mesa. En este contexto, la regeneración política o democrática se asevera poco menos que imposible y, por tanto, tendrá que seguir esperando.
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