Ciertamente no es lo mismo hacer una política de recortes que recortes en la política, especialmente por lo que atañe a quienes se dedican a tan noble actividad. Con ocasión de la crisis, los gobiernos de distinto signo político en España se están aplicando con especial pertinacia a la primera pero no muestran idéntico afán con respecto a la segundo.
El próximo 30 de abril finaliza el plazo que el Ministerio de Hacienda ha fijado a las Comunidades Autónomas, corporaciones locales y provinciales para que envíen al mismo el plan de ajuste con el compromiso firma de cumplir el objetivo de déficit y estabilidad presupuestaria fijado en el 1,5% del PIB. Pues bien, ya que la clase política carece de imaginación, cuando de apretarse el cinturón se trata, propongo que en ese plan de ajuste se contemple la modificación de las organizaciones, reglamentos y cuantas disposiciones sean necesarias para que comunidades autónomas, corporaciones locales y provinciales reduzcan el número de plenos, comisiones, consejos y reuniones. Es bien sabido que las personas que participan en los mismos perciben unas remuneraciones por asistencia a los mismos siempre que no ostenten la condición de liberados y en algún caso también. Por otra parte, es un hecho observado que el número de reuniones en todos los niveles de la administración se ha incrementado casi de forma exponencial con el considerable gasto que ello comporta. Sirva como ejemplo que según el balance de la actividad parlamentaria de las Cortes de Castilla y León el número de comisiones celebradas en la pasada legislatura, plenos aparte, fue de 673, lo que supuso en la práctica un incremento de hasta el 60% respecto a la media de periodos anteriores.
No parece que en unos momentos en los que el propio Rajoy afirma que no hay dinero para los servicios públicos sean necesarias tantas reuniones y si lo son redúzcanse las remuneraciones por asistencia. Aquellos que entiendan que al reducir al número se obstaculiza la labor de control y fiscalización de la acción de gobierno por parte de la oposición conviene que no olviden que esa tarea se puede hacer sin necesidad de la presencia física y, en todo caso, basta con aumentar el número de asuntos en cada sesión. No es de recibo que cuando se ha incrementado la jornada laboral a 37,5 horas semanales no se incremente su duración.
Seguramente más de uno habrá pensado en el consabido chocolate del loro pero echen cuentas y verán que no es tal. Si lo que quieren, en cambio, son emociones fuertes procedan, de una vez, a la integración de ayuntamientos (2.243 en esta región) y supriman diputaciones (9). Y si no se quiere ni lo uno ni lo otro adóptese alguna medida que, al menos, tenga el valor añadido de la ejemplaridad, algo de lo que tan necesitada está la sociedad.