Nos dijeron que lo que estábamos sufriendo en España era una desaceleración acelerada de la economía y yo no me lo creí.
Que empezaban a surgir brotes verdes, que lo más duro de la crisis había pasado ya y que saldríamos de la misma en el 2.010 y no lo creí.
Como tampoco creí cuando se nos dijo que España contaba con el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional.
Y que el déficit era, tan solo, del 6% del PIB, luego resultó ser el 8,51 y posteriormente del 8.9.
Se nos dijo, hace tan solo seis meses, que lo que no llevo en mi programa electoral no lo hago, que no recortaré en sanidad y educación, que no abarataré el despido, que no subiré los impuestos en los próximos meses para reducir el déficit y que no me gobernará Europa y nada de lo que entonces se dijo creí
Ni creo que vaya a haber trasparencia en la gestión de los fondos públicos cuando el congreso rechaza investigar a Dívar, a Bankia y al Rey y el PSOE hace lo mismo con los ERES en Andalucía.
Tampoco creo, cuando se ha dicho, que el rescate de Bankia no comporta tocar los presupuestos, ni un aumento del ratio de la deuda pública y que no va a haber rescate europeo.
Que menos aún creo que España reciba 100.000 millones de euros para rescatar a la banca sin repercusión para los ciudadanos y que, tan buena noticia. no haya sido comunicada por el Presidente del Gobierno.
Hoy, soy uno de tantos españoles que, según el CIS, deposita también su confianza en los bomberos en la esperanza de que, por mi condición de incrédulo, puedan rescatarme del fuego eterno.
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