El Presidente Zapatero se ha comprometido a firmar el Decreto de disolución anticipada de las Cortes el próximo día 27 de septiembre.
Los que hemos venido reclamando la convocatoria anticipada de elecciones no vamos a censurar ahora a Zapatero por adoptar, tal vez, la decisión más razonable de los últimos años.
Pero sería ingenuo aceptar, sin más, las razones que ha apuntado para el adelanto electoral. Tan ingenuo como creer en las justificaciones que, hasta ayer, había sostenido para no anticipar las elecciones.
La realidad es que la convocatoria anticipada de elecciones no es sino el resultado y la consecuencia de un Presidente que ha fracasado en la gestión de lo que hoy es la principal preocupación de los españoles, el paro y la crisis económica. Esa crisis a la que Zapatero inicialmente llamó desaceleración y que ha acabado por acelerar la terminación de su mandato.
Ahora, anunciada la convocatoria de elecciones, el partido socialista tiene prisa, mucha prisa para que se deje de hablar de Rodríguez Zapatero. Pero su esfuerzo será baldío porque la herencia que deja, casi cinco millones de parados, es una deuda demasiado costosa para ser pronto olvidada. Al gobierno que salga de las urnas el próximo 20-N le espera, sin duda, una dura tarea y a los españoles alguna que otra lágrima y, sobre todo sudores, muchos sudores.