Tal como se preveía y predecían las encuestas el Partido Popular ha ganado las elecciones generales y lo ha hecho además de forma contundente. Sentada la veracidad del aserto, ahí están las cifras que no dejan lugar a dudas, siempre es posible preguntarse si ha sido el Partido Socialista quien ha perdido las elecciones o ha sido el Partido Popular quien las ha ganado. Soy de la opinión de quienes piensan que es muy difícil, por no decir imposible, ganar unas elecciones al partido que está en el gobierno si no median errores o desaciertos importantes en su gestión.
Ejemplos hay en este país en los gobiernos nacionales y autonómicos de todo signo político.
La crisis económica ha sido un vendaval que ha golpeado al gobierno socialista y a su presidente hasta convertirlo en un pelele. Y sin embargo, el denostado Zapatero solo ha mostrado cordura y responsabilidad en el último tercio de la legislatura que recién ha finalizado. Alguna de sus decisiones, no estrictamente económicas como la legalización de Sortu, respaldada por el Tribunal Constitucional, quizás merecería ser evaluada desde una perspectiva histórica. Soy de los que prefiero enfrentarme a un adversario en un campo yermo de utopías, con utilización de las mismas armas y sabiendo de antemano quiénes y cuántos son.
Tiempo habrá de analizar la ingente tarea que espera al gobierno de Mariano Rajoy que, a buen seguro, empezará a tener un carisma que siempre se la ha negado y su valoración en las encuestas CIS pronto alcanzará un valor casi tan alto como el de la prima de riesgo.
Ahora lo que toca es dar cuenta del excelente resultado cosechado por el Partido Popular que no es sino fruto del pragmatismo y sentido común de Mariano Rajoy al frente de la oposición. Sustentado además en la buena acción de los gobiernos del Partido Popular en las Comunidades Autónomas y de la fragmentación y dispersión del voto de izquierdas que, nadie dude, antes o después volverá por donde solía.
*Foto extraída de www.cuatro.com
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