El aumento de la jornada laboral, hasta las 37,5 horas semanales, ha despertado el rechazo de colegios médicos y sindicato, que en esta Comunidad tanto da, y la convocatoria por parte de aquel de un paro de 11 días de duración. El motivo, según los propios convocantes, no es tanto las dos horas y media más a la semana sino su aplicación, ya que de llevarse a cabo en la forma que planea la consejería implicaría una modificación del decreto de jornada vigente desde el 2.005.
Interpretaciones al margen, no deja de ser sorprendente aumentar la jornada laboral cuando la administración sanitaria viene haciendo dejación en la responsabilidad de exigir el cumplimiento horario de la misma. En todo caso estamos hablando de modificación de las condiciones laborales y por qué no, en el caso de los médicos, de las retributivas.
La administración sanitaria española mantiene un sistema sanitario entre los mejores del mundo (el 7º según la OMS ) con un porcentaje de PIB inferior al de países como Francia o Alemania. Se trata, por tanto, de un sistema eficiente que lo es en la medida que las retribuciones de sus profesionales no están entre las mejores de Europa.
Consciente de este hecho la administración sanitaria en general, y la autonómica en particular, han venido aplicando en los últimos años diversos incentivos al objeto de mejorar el nivel retributivo y la motivación de los profesionales y si bien se ha conseguido el primero no ha ocurrido de igual modo con la motivación, resintiéndose, por tanto, la productividad.
Y es que la administración ha cedido ante las presiones sindicales efectuando un reparto lineal de la productividad variable, generalizando el complemento de exclusividad e implantando una carrera profesional, hasta ahora, retribuida solo en función de la antigüedad. Ha puesto igualmente en marcha incentivos como las peonadas que se han demostrado perversos para el propio sistema mientras mantiene complementos de atención continuada (guardias) que en el caso de los médicos de hospital representan hasta el 30% de sus ingresos. Todos ellos con el paso del tiempo se han consolidado y hoy forman parte del salario habitual del médico.
Al borde de la recesión económica, la administración se ha visto en la necesidad de reducir sus presupuestos y habiéndolo hecho en el capítulo relativo a la farmacia ha puesto sus ojos el capítulo I de personal, no en vano éste constituye cerca del 50% del presupuesto global y, como cabía esperar, ha surgido el conflicto. Pero la crisis económica no debe ser una excusa para el recorte puro y duro, sino que debe ser una excelente oportunidad para introducir algunas reformas que nuestro sistema de salud precisa. Entre ellas está la necesidad de implantar un nuevo modelo retributivo que sea homogéneo para todo el sistema nacional de salud y que vincule buena parte de los salarios con los resultados y la calidad. Esta es una tarea que debe abordarse de forma urgente y prioritaria en el seno del consejo interterritorial de salud. En esta línea de reformas debe modificarse el Real Decreto 521/1987 de organización y funcionamiento de hospitales vigente en la mayoría de nuestros hospitales públicos. La España actual poco tiene que ver con la del año 87. La mujer se ha incorporado al mercado laboral, la profesión médica se ha feminizado y hay una mayor necesidad de conciliar la vida laboral y familiar, especialmente en una profesión que propende a la endogamia. En definitiva, la sociedad ha cambiado. Como lo han hecho los hospitales, dotados hoy de una tecnología avanzada que poco tiene que ver con la imagen del médico con el fonendoscopio al cuello de los años ochenta y que por su alto precio deben ser coste-efectiva y no pueden serlo si, en el mejor de los casos, solo están funcionando de 8-15 horas. Un horario que resulta corto en comparación con el de los países de nuestro entorno, lo que hace que nuestros hospitales mantengan fuera de esas horas una dotación de personal médico que se consideran excesivas y que no tienen comparación con otros países.
Defender el turno de mañana para los médicos, como ha hecho algún dirigente colegial en estos días, es tan decimonónico como la institución a la que representa. Y puestos a cambiar, ha de hacerse también con la actual provisión de jefes de servicio. La promoción interna y la libre designación han llevado en muchos casos al empobrecimiento de la capacidad asistencial, docente e investigadora de los hospitales.
Hay en definitiva que abordar una reforma de nuestro sistema de salud. A la vista del conflicto planteado no parece que colegios y sindicato estén dispuestos a ello. Y sin embargo, consejero y sindicato están condenados a entenderse. El primero porque no quiere quebrar la imagen de hombre dialogante que se ha creado y el segundo porque es consciente de su escasa capacidad de movilización y de lo impopular que resultaría ahora una huelga. Ojalá el acuerdo, si se produce, sirva para mejorar la atención sanitaria y no se cierre bajo el principio lampedusiano de aparentar que algo cambia para que todo siga igual.
* Foto extraída de www.elmundo.es
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