Después de largas jornadas mareando la perdiz por parte de Junta y sindicatos, el pasado día 28 fue aprobado por las Cortes de Castilla y León el proyecto de Ley de medidas tributarias, administrativas y financieras por el que los empleados públicos verán aumentada la jornada laboral hasta las 37,5 horas semanales. Dicha medida tendrá carácter temporal hasta que el PIB crezca por encima del 2,51%. En el caso de los médicos se hará, además, de forma flexible y descentralizada de manera que su aplicación, según el propio sindicato, afecte lo menos posible a la vida laboral y familiar del médico.
Andaba yo, como tantos otros, preocupado por la amplitud de la jornada y su aplicación cuando surge esta inesperada y grata noticia. Tengo los suficientes años para saber que en este país lo provisional propende, a menudo, a lo definitivo. Pero ahora me siento más tranquilo porque cuando el PIB crezca por encima del 2,51% volveré a las 35 horas semanales. De antemano sé que no habrá sábados ni jornadas de tardes de trabajo. Que no se verá afectada mi vida familiar, laboral y profesional y hasta es posible que con el paso del tiempo pueda volver a las peonadas con las que aliviar mi maltrecha economía. Cuando se alcance eL 2,51% los parados, cual lázaros de un tiempo nuevo, volverán a andar. Es decir, habrá más personas trabajando y, en consecuencia, tocaremos a menos horas de trabajo. Y volverán también los liberados sindicales a los que tanto y durante tanto tiempo echaremos de menos. Hasta es muy posible que me permitan adelantar la jubilación y que, incluso, me suban la pensión. No sé ni cuando ni cómo acabará esta crisis pero, en cuanto finalice, prometo hacer un corte de mangas a la prima de riesgo y a las agencias de calificación que se van a enterar. Y tendré, como no, un recuerdo especial para los sindicatos y la Junta , siempre tan sensible a sus reivindicaciones, que supieron ver la luz en medio de la oscuridad adoptando, desde ya, medidas para cuando crezcamos al 2.5%
Estaba yo contemplando la felicidad que me espera cuando se me ocurrió pensar si no sería mejor ampliar al jornada laboral hasta las 40 horas semanales para alcanzar cuanto antes ese ansiado 2,5%.
Me despierto sobresaltado. Ha sonado el despertador. Son las siete de la mañana. Me levanto aún aturdido por el sueño. Salgo a la calle y me dirijo al trabajo. Un día más, un día menos. Pero hoy no es un día cualquiera. Recreándome en la ensoñación, percibo en el ambiente olores y colores que anticipan primavera.
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